lunes, 28 de noviembre de 2011

XXXI Maratón Divina Pastora Valencia

La semana no podía empezar peor... con un dolor de garganta que se iba acrecentando conforme pasaban los dias, y que al principio creí que era psicológico. Sin embargo, el viernes por la noche al salir de trabajar acudí al médico asustado del dolor y la sensación de malestar (escalofrios, dolores musculares, etc). A primera vista se veían placas de pus por la garganta y me recetó antibioticos. En cuanto al maratón, no las tenía todas consigo, aunque me dijo que si me encontraba bien que lo intentara, porque el pecho lo tenía intacto y para el domingo me encontraría mejor, aunque el antibiótico me iba a dejar bastante flojo de fuerzas.

Y así fué, el sábado casi me lo pasé entero en la cama y el domingo por la mañana tenía un poco de mareos y naúseas pero me levanté temprano, desayuné fuerte y sali decidido a acabar como fuera la maratón. Había sacrificado mucho como para no intentarlo. Mi idea inicial de bajar de 3:40 se había esfumado, pero quería ser maratoniano costara lo que costara.

Decidí salir con Vicente, a hacer 4h y desde el inicio marcamos un cómodo ritmo de 5'40" en el que pronto empecé a sentirme mejor, y fueron pasando los kms poco a poco. El paso por el 10k lo hicimos en 55:45, y el 15k, en 1:24:45. A medida que pasaban los kilómetros me sentía mas seguro de acabar la carrera, porque me encontraba bien (sin excesos) pero aún quedaban muchos kms por delante.
Con Vicent, al paso por el Km10


Al pasar por el km19, decidimos parar a evacuar líquidos, justo cuando estabamos a cola del grupo de 4h. tardamos bastante en coger otra vez el ritmo, y los de 4h se habían escapado bastante, pero empezamos a adelantar para recuperar terreno.

En el km26, Vicente me dice que tire yo, que él va cascado y no sabe cómo va a acabar, así que me despido y trato de alcanzar al grupo de 4h, pero me doy cuenta de que ya no voy tan fino. Las dos cuestas de los túneles del río me dejan k.o. Recojo velas y vuelvo a poner un ritmo cómodo, hay que asegurarse llegar, llevo 30 kms y el muro debe estar cerca. Rebusco en la comida y me quedan apenas tres dátiles, una golosina y el gel. No es mucho... y tendré que racionalizarlo bien. Por suerte encuentro una barrita energética en el suelo y me la tomo. La gente deja caer muchos geles y barritas, y esta vez me ha venido bien encontrarme con ella. Estoy convencido en bajar por poco de 4 horas, así que me mantengo en mi ritmo y bloqueo todo tipo de pensamientos. De hecho, me cuesta escribir la crónica, porque realmente tengo vacios de memoria: Apagué la mente durante muchos kilómetros.

En el km33, oigo a mi hermano gritando "ahí viene, ahí" y levanto la mirada. Ahí están mi hermano, Patri y mi niña con los brazos abiertos. Yo aún voy consciente, y me acerco a abrazarla. Le doy un beso grande y le digo que voy a por esa medalla para regalársela. Me sonríe orgullosa, y sin entretenerme mucho sigo avanzando. Oigo a mi espalda su vocecita "Ánimo, papá" y me giro para lanzarle un beso. Cuando vuelvo la vista al frente, el grupo de 4h, ha desparecido de delante. Pero según mi crono, aún puedo conseguirlo. Ahora sí que desconecto.

Km33. Ese beso me llevó a la meta.
A partir de entonces no tengo apenas recuerdos. Sólo se que pensaba en cuándo comer, cuándo beber y en mantener una zancada digna. Paso por mi barrio, por mis calles, y se el recorrido de memoría. En el 38km, hay gente de mi club que me anima y me dice que no piense, que corra... en el km40, junto al último avituallamiento vuelvo a encontrare con la familia, y creo que estoy subiendo el Tourmalet: el suelo lleno de botellas, Patri y Pau gritándome a un metro de mí, sin tocarme, y mi hija animándome con los brazos abiertos... todo en fotogramas porque no tengo más que un ligero recuerdo.

Ya casi estoy. Solo quiero pararme. Pero el crono dice que va a ser cuestión de segundos. Ahora, sin embargo, soy incapaz de hacer un cambio de ritmo. Mis piernas se han acostumbrado a correr así y son autómatas. No dan más de si, y si las fuerzo puedo llegar a caer. Entro en la parte final, por el antiguo lecho del Río. Son apenas 500m de sufrimiento y entro en la plataforma que lleva a Meta. Recuerdo cómo la superficie de la plataforma se mueve con nuestros pasos y a punto estoy de perder el equilibrio. Ya está... ya he llegado. Beso mi anillo, pero apenas puedo levantar los brazos. Sólo recuerdo pensar "qué pena que no pueda estar aquí mi chica, con lo orgullosa que estaría de mí" y hago un esfuerzo por recomponerme y llegar a la zona de entrega de medallas y avituallamiento.


Tiempo final en meta, real, de 4h00'03". Hace una semana, no lo hubiera firmado, pero después del susto del viernes y el sábado que me pasé en la cama, ya puedo estar satisfecho de haber hecho lo que he hecho. Creo que puedo facilmente acercarme a 3:30, pero eso será más adelante... ahora me esperan otras metas!

1 comentario:

Trapatroles dijo...

Muchas felicidades, ahora a bajar de las 4 h.de largo.