sábado, 19 de febrero de 2011

V Cursa de Muntanya Castro d'Alfondeguilla

Hace ya casi una semana, pero no he tenido tiempo de escribir la crónica de mi primera carrera en montaña. La verdad es que hasta ayer no desaparecieron las agujetas y los dolores postcarrera esta vez han sido intensísimos.

Salimos a las 7:15h Vicente y yo y llegamos con tiempo de sobra a Alfondeguilla, nos tomamos un café, nos cambiamos y calentamos muy poco. La idea era salir sin forzar cuanto apenas porque no sabíamos a lo que nos enfrentábamos, y así hicimos. Nos colocamos al final del pelotón en la salida, y fuimos muy tranquilos hasta la primera ascensión.


De hecho, fuimos despacio toda la carrera, disfrutando de los paisajes, de la experiencia de correr por sendas (practicamente toda la carrera) y de los excelentes avituallamiento líquidos y sólidos.

La carrera se hace especialmente dura en la cuarta ascensión, donde las piernas ya estan cascaditas y si no vas en forma, lo pagas caro.


Y así fué: Vicente empezó con los calambres, y tuvimos que parar a estirar, a correr más despacio, a hacer tramos andando muy largos y las previsiones de acabar en menos de 3 horas se esfumó. La verdad es que me hubiera hecho ilusión acabarla en ese tiempo, pero me lo pasé como un enano. Ya en el último kilómetro, Vicente me confesó que no lo había pasado tan mal en ninguno de los maratones que ha corrido.

Cuando llegamos a meta, con un tiempo de 3h17'02", nos fuimos directos a por el gatorade y las galletas de almendras (exquisitas) y nos tiramos en mitad de la plaza a estirar en previsión de los dolores que sabiamos llegarían al día siguiente.


¡Menuda paliza nos había dado la montaña! Y sin embargo, el lunes, cuando aún no podíamos ni bajar escalones, ya estábamos los dos buscando cual sería nuestra revancha: ¿Chovar? ¿Pujada a la Nevera? ¿MiM? En fin... irreductibles!

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